¿Nuevo presal en Brasil? Sin un estudio amplio se pone en riesgo la desembocadura del Amazonas

Parece una historia repetida: vidas indígenas amenazadas por una gran empresa en el Amazonas. Petrobras quiere explorar en busca de petróleo más de 2.000 kilómetros de la costa ecuatorial brasileña. El ambicioso proyecto cambia radicalmente el perfil económico de la desembocadura del río Amazonas, donde un frágil equilibrio socioambiental garantiza la vida de las comunidades.

El optimismo de la empresa estatal sitúa a Brasil en la dirección opuesta a los compromisos medioambientales asumidos internacionalmente, pero se justifica con cifras. Se calcula que la reserva alcanzará los 30.000 millones de barriles de petróleo, con lo que Brasil pasaría de octavo a cuarto productor mundial, por detrás de Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia.

El primer bloque de exploración del “nuevo presal” -como lo llaman los entusiastas- está a la espera de la licencia de IBAMA. Mientras tanto, Petrobras intenta convencer a las organizaciones indígenas -y a la sociedad- de que los impactos negativos son mínimos o inexistentes, en comparación con los beneficios.

La promesa no suena bien a los líderes tradicionales, activistas, especialistas y científicos entrevistados por Brasil de Fato. Dicen que la prospección de petróleo en toda la costa ecuatorial brasileña es inviable desde el punto de vista social, ambiental, económico y climático. El riesgo de catástrofe medioambiental se considera real. Tanto es así que dos compañías petroleras internacionales ya han renunciado a la idea.

Las fuentes escuchadas por el informe señalan peligros: derrames de petróleo, aumento de la población, energía más cara, aumento de las emisiones de carbono. La lista es larga e incluye riesgos para la industria pesquera y para un sistema de arrecifes de coral poco estudiado. La mera expectativa económica de perforar ya ha provocado un aumento de las invasiones de tierras indígenas.

La advertencia es que la empresa podría dañar permanentemente a comunidades enteras. Petrobras está obligada a seguir las normas internacionales de escuchar a los pueblos indígenas mientras espera un estudio de impacto más completo, además de la licencia ambiental de IBAMA.

El presidente de Petrobras afirmó que la empresa cumple todos los requisitos y está a la espera de la decisión del gobierno. “Estamos técnicamente preparados, a la espera de la posición oficial sobre nuestra campaña de perforación en la región”, dijo Jean Paul Prates. La posición completa de la empresa estatal figura al final del informe.

“Boom” demográfico en marcha

“No tenemos los conocimientos que tienen los técnicos y biólogos de Petrobras. Pero sí tenemos conocimientos tradicionales, que nos han traído hasta aquí y han mantenido vivo nuestro territorio”, afirma Kassia Galibi, presidenta de la Asociación Nana Kali’nã del pueblo Galibi-Kali’nã.

Nacida en el Territorio Indígena Galibi, Kassia informa que el “Nuevo presal” da señales de que provocará una explosión demográfica en el municipio de Oiapoque , estado de Amapá. El flujo de personas que vienen del extranjero en busca de trabajo ha aumentado y ya ha elevado los precios de los servicios en la ciudad, como hoteles y restaurantes.

“Sabemos que Petrobras no contratará a la mayoría de estas personas y que muchos entrarán ilegalmente en el territorio indígena. Nos preocupa que pueda ocurrir algo similar [invasión masiva de mineros en] al territorio indígena yanomami”, afirma Kassia.

Indígenas oiapoque, en el extremo norte de Brasil / Reproduçción/TV Brasil

Otra preocupación de Kassia son las comunidades que exploran la costa en busca de peces y también como medio de locomoción. Los conocimientos tradicionales acumulados durante siglos contradicen la afirmación de Petrobras de que no hay riesgo de que un derrame de petróleo llegue a la región.

Los que pescan en la frontera con la Guayana Francesa aseguran que sí: el petróleo derramado puede ser arrastrado por las corrientes y contaminar los Territorios Indígenas Juminá, Galibi y Uaçá. “Petrobras afirma que no hay tales impactos. De hecho, yo digo que no quieren verlo”, afirma Kassia Galibi.

“Los cuatro pueblos que estamos aquí ya tenemos un pensamiento consolidado: estamos en contra de las prospecciones petrolíferas. Pero sabemos que esto acaba siendo de interés nacional. Muchas veces no tenemos el poder de decir que no”, comenta el dirigente, en tono de resignación.

Comienza la escasez de alimentos

La coordinadora de la Articulación de Pueblos y Organizaciones Indígenas de Amapá y Norte de Pará (APOIANP), Priscila Karipuna, afirma que IBAMA y FUNAI han mostrado voluntad de diálogo con los pueblos de la región. Ella apuesta a que un grupo de trabajo creado con Petrobras y organizaciones aliadas pueda resultar en medidas que mitiguen los impactos socioambientales.

“Desgraciadamente tenemos poco contacto con Petrobras. Cuando hablamos de las regiones afectadas, sería necesario seguir el protocolo de consulta con los pueblos indígenas. La consulta debería ser previa al estudio [de impacto ambiental]. Y Petrobras no lo hace”, afirma Priscila, que, tras hablar con Brasil de Fato, fue nombrada coordinadora regional de la FUNAI en Amapá y el norte de Pará.

En el Territorio Indígena Juminá, donde nació Priscila, las iniciativas de Petrobras ya están provocando cambios en los modos de vida tradicionales. Todos los días, los helicópteros sobrevuelan las aldeas y el ruido espanta a los pájaros. Las familias que se alimentan de carne de caza viven ahora con inseguridad alimentaria.

“Todo esto es sagrado para nosotros: la tierra, los ríos, el bosque… Y no hay medida compensatoria que pueda pagar los impactos. Llevamos aquí 523 años sufriendo con la colonización, con estas empresas y con el proceso ‘civilizador'”, subraya la líder oiapoque.

La ex presidenta del IBAMA negó la licencia : “sin condiciones mínimas”

La estrategia de las organizaciones socioambientales es presionar al IBAMA contra la concesión de la licencia para el primer bloque de exploración a ser analizado, el número 59. El área técnica de la agencia ambiental emitió un parecer en el que recomienda negar la autorización, con base en las mismas razones presentadas por indígenas y especialistas. La decisión final está en manos del presidente del IBAMA, Rodrigo Agostinho.

El bloque 59 está a unos 160 km de la costa de Oiapoque (Amapá) y a 500 km de la desembocadura del río Amazonas. Más de 80 organizaciones de la sociedad civil reunidas en el Observatorio del Clima enviaron una carta al gobierno federal pidiendo un análisis más amplio que no considere sólo un bloque a la vez, sino el impacto general de la perforación a lo largo de toda la costa ecuatorial.

De Amapá a Rio Grande do Norte: proyecto de explotación de petróleo en la costa ecuatorial brasilera / Reproducción/Petrobras

“La apertura de esta nueva frontera de explotación es una amenaza para estos ecosistemas y también es incompatible con los compromisos adquiridos por el gobierno brasileño con la población brasileña y la comunidad mundial”, dice el documento firmado por las organizaciones.

Suely Araújo, especialista sénior en políticas públicas del Observatorio del Clima, fue presidenta del IBAMA hasta 2019. Bajo su gestión, la agencia medioambiental negó una licencia para la exploración de petróleo cerca del bloque 59. En la época, la autora de la solicitud era TotalEnergies, uno de los gigantes mundiales del sector originario de Francia.

“El principal motivo de la negativa fue que la empresa no pudo demostrar las condiciones mínimas de gestión de accidentes en la región. En pocas horas, si hay una fuga, el petróleo llegará a la Guayana Francesa y a otros países del Caribe, lo que podría, aparte de todo, crear un problema diplomático”, explicó Araújo.

El miembro del Observatorio del Clima corrobora, hasta cierto punto, la afirmación de Petrobras de que las corrientes marinas llevarían el petróleo derramado lejos de la costa brasileña. “Pero hay corrientes secundarias más profundas que se dirigen a nuestra costa en las zonas de manglares donde viven los indígenas”, añade.

Sostenibilidad económica y riesgos para la pesca

Juliano Bueno, director del Instituto Arayara, afirma que la exploración también lleva tiempo antes de que se extraigan los primeros barriles. “Si perforan los pozos ahora, el primer barril estará disponible dentro de ocho o diez años. En ese momento habrá un proceso gradual de abandono del uso de combustibles fósiles. Para recuperar todos los recursos financieros invertidos en esta nueva frontera exploratoria, habría que sacar petróleo durante los próximos 30 o 35 años. ¿A quién venderá Brasil el petróleo?”.

Otro riesgo señalado por Arayara está en la cadena de centrales termoeléctricas que se desarrollan en torno a las zonas de prospección petrolífera. Este tipo de generación de energía se hace a partir de la quema de combustibles fósiles. Además de ser más contaminante, esta matriz energética es más cara que las sostenibles.

Un peligro poco anunciado se cierne sobre una industria rentable y sostenible: la pesca. Según Arayara, el sector mueve 1.800 millones de reales en las zonas afectadas por el emprendimiento de Petrobras, donde la pesca artesanal también contribuye a generar ocho millones de empleos. En la costa ecuatorial brasileña hay grandes productores de marisco, pescado y langostas, productos de alto valor comercial.

Otro lado

Petrobras dijo que está llevando a cabo el proceso de concesión de licencias ambientales con diligencia, cumpliendo con todos los requisitos definidos por las instituciones ambientales, y subrayó que cumplirá con cualquier decisión, ya sea liberando la perforación u optando por más estudios para evaluar la viabilidad de llevar a cabo una campaña en la cuenca.

La empresa afirmó también que cumple todos los requisitos y procedimientos establecidos por los organismos reguladores, de concesión de licencias y de inspección para operar en la región llamada Margem Equatorial, en las costas de las regiones Norte y Nordeste.

También señaló que sólo después de perforar el pozo se confirmará el potencial del activo, así como la existencia y el perfil de un posible yacimiento.

Edición: Nicolau Soares e Flávia Chacon